En ocasiones, se tiende a ver a la realización de un contrato como un gasto no previsto. Esto hace que se tengan que disponer fondos para el mismo, dando la percepción de que la inversión representa una suma elevada.
Ahora bien, es importante considerar que el objetivo final de un contrato es proteger los activos de tu empresa. ¿Cuánto vale la maquinaria adquirida? ¿Cuánto costó la materia prima que estoy comprando? ¿Qué sucedería si me roban la mercancía, o la entrega estuvo demorada, o la calidad no fue la esperada? ¿Qué pasa si no me quieren pagar?
El universo de escenarios en los que una o varias cosas salen mal son, además de indeseables, lamentablemente comunes. Es normal que al iniciar un negocio no se piense demasiado en los mismos, ya que la emoción y el optimismo de iniciar un nuevo proyecto nubla el pensamiento racional y hace parecer que nada podría salir mal.
Está de más decir que esto no es un forma lógica de pensamiento. Por esta razón, antes de definir ciegamente el valor de un contrato y juzgar si el mismo es o no es caro, es necesario tener en cuenta la inversión total realizada en el negocio, de forma que sea posible establecer una comparativa que permita entender si el contrato es proporcional a mi operación. Si tu giro son los servicios, también es importante tomar en cuenta cuántas veces será replicado el contrato.
En resumen, para entender el valor de un contrato recomendamos plantearte las siguientes preguntas:
¿Cuánto vale mi operación?
¿El precio del contrato es proporcional a la seguridad que el mismo brinda a mi empresa?
¿Cuántas veces voy a utilizar este contrato con varios clientes, proveedores, inversionistas, u otros?
Al igual que la adquisición de materia prima o maquinaria, un contrato es una inversión con una función específica: prevenir escenarios indeseables para proteger tu dinero, tu tiempo y tu patrimonio de las consecuencias de situaciones que están fuera de tu control.
Si tienes dudas acerca de tus contratos, por favor envíanos un mensaje. ¡Estamos para apoyarte!
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